Durante su carrera, Shaquille O´Neal fue lo más similar a una “bestia” dentro del campo de juego. Su contextura física, indudablemente, era su gran fuerte. Medía 2,13 metros y, según confesó hace no mucho en un diálogo con Tom Brady, llegó a pesar 188 kilos en 2002, cuando ganó su tercer título de la NBA con Los Ángeles Lakers. Pero luego de retirarse del deporte profesional, su peso dejó de ser una virtud y le trajo algunas dificultades.

En el último tiempo, O´Neal reveló que tuvo dificultades hasta para desenvolverse en la vida cotidiana, lo que lo motivó a realizar un cambio rotundo; le costaba hasta “subir las escaleras”. En ese contexto, según confesó en una conversación con la revista People, luego del nuevo comercial que realizó junto a Pepsi, Shaq contó que vio algunas fotos suyas de la infancia y se decidió a un cambio de rumbo. Vio el físico que tenía en su juventud, y se dijo a sí mismo con seguridad: “Voy a perder peso”.

O´Neal contó que sus hábitos alimenticios no eran los mejores: llegó a comer hasta cinco sándwiches por día. Ahora, sus comidas consisten más en una composición más saludable. Según explicó:

“Desayuno una tortilla de huevos con queso, de segunda comida una barra Clif, luego, mi tercera comida probablemente va a ser una ensalada, mi cuarta será fruta y mi última comida o cena será bistec, pescado o pollo”.

No es la primera vez que Shaq se esfuerza para perder peso. Pero seguramente sea la primera que lo hace como ex jugador. En 2004, contó que Pat Riley, por entonces entrenador de Miami Heat, equipo al que O´Neal recién arribaba, lo hizo trabajar duro (llegando inclusive a vomitar) hasta perder 40 kilos. El trabajo dio frutos y Shaquille O´ Neal obtuvo con la franquicia de Florida su cuarto Anillo de la NBA.