Deporte y menopausia: un aliado clave para el bienestar emocional
Estudios científicos confirman que moverse ayuda a combatir la depresión en esta etapa.
El impacto emocional de la menopausia, con sus altibajos hormonales, sigue siendo una preocupación subestimada. Sin embargo, un reciente análisis de investigaciones internacionales arrojó un dato contundente: hacer ejercicio de manera regular puede aliviar significativamente los síntomas de depresión en mujeres que atraviesan esta transición. La actividad física no solo suma beneficios a nivel corporal, sino que también se convierte en un recurso fundamental para sostener la salud mental.
Los resultados surgen de un metaanálisis publicado en Frontiers in Psychiatry, donde se estudiaron los efectos del ejercicio físico sobre el ánimo de mujeres en menopausia. La conclusión fue clara: sin importar la intensidad ni el tipo de ejercicio, aquellas que se mantenían activas presentaban menos síntomas depresivos que quienes llevaban una vida sedentaria.
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Un enfoque integral para el cuerpo y la mente
Los especialistas coinciden en que durante esta etapa bajan los niveles de estrógeno, lo que afecta neurotransmisores como la serotonina y la dopamina. Esto influye directamente en el ánimo y puede favorecer cuadros depresivos. A esto se suman otros desafíos físicos como la pérdida de masa muscular, la debilidad ósea o el deterioro del suelo pélvico. Ante este panorama, los entrenamientos adaptados resultan esenciales.
Desde caminatas hasta yoga, pasando por ejercicios de fuerza o rutinas de relajación, la recomendación es crear planes personalizados. Actividades suaves, constantes y placenteras no solo refuerzan el sistema musculoesquelético, sino que mejoran el humor, la calidad del sueño y ayudan a reducir el estrés.

A pesar de la evidencia, muchas mujeres encuentran barreras para moverse: desmotivación, cansancio o inseguridad con su imagen corporal. Para revertir esa tendencia, las expertas proponen fijar metas pequeñas, realizar actividades grupales o al aire libre y transformar el ejercicio en un hábito cotidiano, como subir escaleras o caminar tramos cortos.
No todos los casos son iguales. Hay quienes necesitarán complementar el movimiento con medicación o psicoterapia. De hecho, enfoques como la terapia cognitivo-conductual o el mindfulness pueden ser útiles para manejar las emociones propias de esta etapa, mejorando el autoconocimiento y la aceptación.
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El mensaje final es claro: hacer ejercicio en la menopausia no es una obligación, sino una oportunidad. Una rutina bien pensada puede ayudar a recuperar la energía, levantar el ánimo y generar una conexión renovada con el propio cuerpo. Más que una solución puntual, se trata de una herramienta de bienestar sostenida en el tiempo.
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