Entrenamiento físico mejora la salud de pacientes con cáncer de colon, según nuevo estudio
Una rutina supervisada tras la quimioterapia reduce el riesgo de recaída y muerte.
Un ensayo clínico reciente arrojó resultados prometedores sobre el impacto del entrenamiento físico en la salud de personas que superaron el cáncer de colon. Realizado a lo largo de ocho años y con casi 900 pacientes, el estudio evidenció que mantenerse activo tras el tratamiento puede reducir el riesgo de recaída, aparición de nuevos tumores o incluso muerte, en una proporción comparable a la de ciertos medicamentos oncológicos.
El estudio, llevado adelante por el oncólogo canadiense Christopher Booth, asignó a la mitad de los pacientes a un programa de entrenamiento personalizado. Los demás solo recibieron recomendaciones generales sobre estilo de vida. Aquellos que se ejercitaron de forma sistemática presentaron una mejora sustancial en su salud, según se informó en la conferencia anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica.
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Caminar a paso ligero durante 45 minutos, cuatro veces por semana, fue la base del plan para la mayoría de los participantes. La rutina se ajustaba según el perfil de cada persona y contaba con seguimiento profesional durante tres años. El objetivo era alcanzar un gasto energético equivalente a 10 horas MET semanales, una medida que relaciona la intensidad del ejercicio con el consumo de oxígeno del cuerpo.
Al final del seguimiento, el 90% de los pacientes que cumplieron el programa no había sufrido recaídas. En contraste, el grupo que no realizó entrenamiento registró una tasa mayor de mortalidad y nuevos diagnósticos. También se observaron beneficios adicionales, como la menor incidencia de otros tipos de cáncer, entre ellos el de mama y recto.

Evidencia científica que cambia el enfoque
Oncólogos participantes del estudio afirman que este hallazgo marca un punto de inflexión. Hasta ahora, el ejercicio era visto como un complemento, pero esta investigación demuestra que el entrenamiento planificado debe formar parte del tratamiento estándar. El estudio también destaca la importancia del acompañamiento profesional: sin seguimiento, los pacientes suelen abandonar o reducir su actividad.
Aunque los mecanismos fisiológicos aún se estudian, hay consenso en que el ejercicio regular influye en el metabolismo, el control de la insulina y la inflamación, factores clave para mantener una buena salud. Algunos médicos señalan que el impacto del movimiento sobre el sistema inmunológico podría ser uno de los pilares que explican estos beneficios.
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Pese a los resultados positivos, no todos los pacientes acceden a este tipo de programas. La falta de recursos, apoyo institucional o cobertura médica dificulta que el entrenamiento se implemente de forma masiva. Por eso, los investigadores reclaman que las políticas de salud contemplen esta alternativa como una intervención efectiva y respaldada científicamente.
El estudio reafirma una idea simple pero poderosa: el movimiento también cura. En la batalla contra el cáncer, la salud no solo se construye con medicamentos, sino también con constancia, acompañamiento profesional y hábitos activos.
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