Entrenamiento que transforma: cómo un simple ejercicio mejora la salud integral
Incorporarlas en la rutina diaria puede marcar la diferencia, sobre todo en la vejez.
Las sentadillas, ese ejercicio básico muchas veces subestimado, vuelven a cobrar protagonismo en los estudios sobre salud y longevidad. Lejos de limitarse al mundo del fitness, esta práctica tiene impactos directos sobre la calidad de vida, especialmente en personas mayores. Expertos en medicina deportiva y neurofisiología coinciden en que su incorporación frecuente mejora tanto la fuerza muscular como las funciones cognitivas, posicionándolas como un recurso clave dentro del entrenamiento saludable.
Si bien es conocida por fortalecer glúteos y piernas, la sentadilla también actúa como aliada del cerebro. Estudios recientes comprobaron que realizar este ejercicio de manera intermitente durante el día —especialmente si se pasa mucho tiempo sentado— ayuda a mantener activo el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo que contribuye a preservar funciones ejecutivas como la memoria, la atención y la toma de decisiones. Esto convierte a las sentadillas en un elemento valioso dentro de un entrenamiento enfocado en la salud neurológica.
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Un impulso para la longevidad
En el caso de los adultos mayores, las sentadillas cobran aún más valor. Según investigaciones difundidas por publicaciones científicas como Sports Medicine y la Journal of Applied Physiology, se trata de una de las intervenciones no farmacológicas más efectivas para combatir el deterioro muscular asociado con la edad. Además, algunos especialistas afirman que este ejercicio reduce la mortalidad más que salir a caminar, por lo que integrarlo en un entrenamiento regular puede ser determinante para conservar la salud física general.
No se necesita un gimnasio ni equipamiento sofisticado: hacer sentadillas es posible incluso en la oficina o en casa. Basta con levantarse cada cierto tiempo y realizar unas pocas repeticiones con el propio peso corporal. Los médicos recomiendan comenzar con 8 a 10 movimientos y aumentar el número según el nivel de confort y capacidad física, convirtiéndolo en un tipo de entrenamiento ideal para todo público y compatible con distintos estados de salud.
Una rutina sencilla con impacto profundo
A pesar de su simplicidad, la técnica importa. Mantener la espalda recta, separar las piernas a la altura de las caderas y descender hasta que los muslos estén paralelos al suelo son pasos clave para evitar lesiones y maximizar resultados. Lo importante, señalan desde Mayo Clinic, es detenerse ante los primeros signos de fatiga o mala postura. La práctica constante permite que el entrenamiento no solo sea efectivo, sino también seguro y beneficioso para la salud articular y muscular.
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Las sentadillas también figuran entre los ejercicios más indicados en planes de rehabilitación. Su efecto positivo sobre las articulaciones y su capacidad para adaptarse a diferentes condiciones físicas hacen que sean recomendadas tanto a pacientes con enfermedades crónicas como a atletas de alto rendimiento. Incorporarlas a la rutina puede ser una decisión pequeña, pero con beneficios duraderos.
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